Anécdotas

Leamos algunas de las anécdotas que surgen en un intercambio idiomático.  Intentemos explicarlas.
Finalizando la lectura, podremos postear algunas las anécdotas personales. (2 como mínimo)

Para mí, la pronunciación de las letras de c,s,z es difícil, no puedo distinguirla, y uno de mis alumnos españoles me dijo: «Voy a cazar (para mí, es casar) el fin de semana». Yo dije: «¡Muy bien! ¿Con quién?». Mi alumno: «Con mi padre».

Tras la vuelta de las vacaciones de Fallas, a mi pregunta «¿Qué tal Las Fallas?» una alumna polaca me respondió: «He tenido una aventura». « ¿Una aventura?» le pregunté yo sorprendida al pensar que nos iba a narrar una relación amorosa pasajera. «Sí, algo entró en mi ojo durante la Nit del Foc ». Claro, tuve que explicarle el sentido de la expresión Tener una aventura en español.

Esta anécdota me ocurrió en un bar, tomé un café y le pedí al camarero: «Te pego»; me miro con una sonrisa rara. Me di cuenta de que seguramente me había equivocado de palabra, cuando se lo pregunté a mis amigos se echaron todos a reír. Una sola letra lo cambia todo…

El fin de semana pasado, un chico valenciano con quien había estado ligando vino a mi casa para dejar unas cosas mías de su coche. Yo tenía un montón de calabazas recicladas y le di unas cuantas. Con una sonrisa me preguntó «¿Me estás dando calabazas?» y yo «pues parece que sí…». Me explicaron con muchas risas lo que significa “dar calabazas" a alguien.

Cuando yo llegué a Valencia, el primer día por la tarde fui con otros chicos que acababa de conocer a una cervecería… Después de unos minutos, como yo nunca hablaba, un chico me preguntó «¿Qué pasa? ¿Por qué no dices nada?» y yo respondí: «¡¡¡Es que estoy embarazada!!!» y él me dijo «¡Enhorabuena! ¿Es niño o niña?». En ese momento entendí que me había equivocado en algo.

Estaba en la clase en la universidad. Terminamos ejercicios y dimos al profesor. Dijimos: “Somos listos.” El profesor dijo: “¡Que bien! ¿Y estáis listos también?”

Fui a un bar con dos amigos españoles y quería pedir un refresco. <Un coca por fa> dije a la camarera. Mis amigos echan a reír y me dijeron, <diga coca cola, ¡pareces una dragadicta!>

Poco después de llegara a España, hacía cola en un supermercado con una amiga. Había una mujer delante de nosotros que llevaba mucho tiempo poniendo sus compras y la cajera la ayudaba. (Creo que la mujer iba a dejar sus compras en el supermercado y recogerlos más tarde). La cajera tuvo que guardar la compra así que nosotros decidimos esperar. Cuando la cajera volvió, se disculpó por hacer esperar a nosotros y mi amiga respondió: “de nada” pero la cajera le echó una mirada rara porque mi amiga había cometido un error. Quería decir “no pasa nada” pero en vez de eso había ofendido la cajera. Al darse cuenta de su error, mi amiga se disculpó rápidamente y se corrigió y todos echamos a reír.


Lo siguiente le ocurrió a un amigo mío que solo llevaba estudiando el castellano por un año y por eso todavía no estaba seguro del uso de los pronombres indefinidos.
Estaba cenando con sus amigos y llegó la hora del postre. Como la cena estaba muy rica y él ya había comido mucho, les dijo a los demás viendo el helado: Lo siento mucho, pero es que ya estoy muy lleno. No puedo comer nadie más. Eso produjo un ambiente bastante divertido.


Tengo una anécdota de cuando vivía en Madrid… Un día que tenía una reunión importante el Director de la empresa me pregunto: “ Que tal? te veo cansada”. Mi respuesta:  “Si mucho, me acosté tarde anoche porque me perdí por Madrid” desencadeno unas carcajadas de todo el equipo. Expliqué que me había equivocado de camino para volver a casa teniendo que andar mucho, pero nadie se lo creyó y todos pensaron que había salido de fiesta.

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